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Un santo de mi devoción

El día 21 de marzo hace dos años me encontraba en Ciudad Victoria, Tabasco. Fui a dar unas clases de Biblia y me sobraron un par de días. Así que, de turista, andaba curioseando.

Ese día se tuvo un gran desfile en honor a Benito Juárez y se me hizo muy interesante ver todo el la gran cantidad de bautistas, presbiterianos y evangélicos que desfilaron con sus mantas a todo color que decían ’La Iglesia Tal’ o ’La Iglesia Cual’. Llegaron todos a la plaza y después del discurso del gobernador se fue cada quien a su casa.

No me resistí. Una voz dentro de mí me decía: "Si no hay bronca, no la busques..." Pero es que no pude con la tentación. Al que estaba enrollando la manta de La Iglesia Evangélica Cuadrangular me acerqué con una gran sonrisa y le dije: Hola, amigo. ¿Se acabó ya la fiesta del santo?

"¡¿Pero qué dice?! Esta no es la fiesta de ningún santo. Hoy estamos celebrando a Don Benito Juárez.

Ah, ya. Vi tanta cosa y pensé que era el patrón del pueblo.

"No, no, aquí nada de santitos. Venimos a hacer honores a la bandera y al Señor Benito Juárez."

Vaya. Me parece muy bien.  Es una buena cosa honrar la memoria de las personas importantes de nuestra historia. ¿No crees?

"Así es, joven. Es el deber de todo buen mexicano."

Honrar no es adorar

Ciertamente nuestra devoción a los santos no agrada a nuestros hermanos separados. Dicen que sólo a Dios se ha de dar culto. Dicen que Cristo es el único mediador entre los hombres y Dios. ¡Pero si en esto hasta los católicos estamos de acuerdo! ¿Cuál bronca, pues?

Primero hay que entender que la Iglesia Católica nunca ha enseñado que hay que "dar culto" ni "adorar" a ningún hombre mortal, vivo o muerto.

¿Cuántos mártires católicos prefirieron la muerte antes de rendir culto al emperador o a sus dioses falsos?

Muy otra cosa es "venerar", "tener devoción a" y "honrar" a aquellas personas de nuestra historia cristiana que han sido ejemplares en la vivencia de la fe o de las virtudes. La Iglesia nos las propone como ayuda y estímulo. Y las honramos de muchas formas y sin ninguna pena...un poco como los evangélicos al Señor Benito Juárez.

¿quiénes son los santos?

En la Biblia se llaman "santos" a todos los fieles. San Pablo en varias cartas manda saludar a "todos los santos de Cristo Jesús" (Ef.1,1). En ese sentido los que hemos sido bautizados y llamados a la fe en Cristo, los cristianos de ayer y de hoy somos "santos", es decir, los que Dios ha bendecido con su gracia. Cuando San Pablo habla del ’cuerpo de Cristo’ (Rom.12,5), a eso se refiere. Y como para Dios todos estamos vivos, los que se murieron en la gracia de Dios también forman parte del "cuerpo de los santos"."El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no es un Dios de los muertos, sino de los vivos." (Mt.12-,27)

Los católicos damos un reconocimiento especial a aquellos hombres y mujeres santos que están ahora unidos a Dios en el cielo. Ellos son los que han luchado el buen combate de la fe y han merecido la corona prometida.

A ellos les vemos con la esperanza de que nosotros, también, podamos llegar. La Iglesia nos anima a imitarlos de la misma manera que San Pablo nos dice: "Sigan mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo." (1Cor.11,1)

El evangélico dirá: "¡Pero si tus "santos" no son más que hombres como tú y yo!" Precisamente ahí está lo bueno de honrar a los santos. La vida de un santo me dice: yo pasé por las mismas, tú también puedes llegar.

Los católicos hemos sabido incorporar nuestra fe a todos los aspectos de su vida diaria. Cuando algún santo ha sobresalido en un campo particular de la vida, le decimos ’el patrón’ de tal sitio o de tal profesión. Así a San Martín de Porres, por ejemplo, le decimos ’el patrón de los peluqueros’.

Por eso celebramos el día de nuestro santo y por eso tantas de nuestra colonias y de nuestros pueblo tienen el nombre de algún santo. Es el recuerdo de que somos un pueblo católico llamado a la santidad.

¡los católicos rezan a las estatuas!

Aquí hay dos malentendidos. Primero, la estatua o el cuadro del santo no es más que un recuerdo de la vida o de las obras de ese cristiano. Si un católico reza delante de una imagen de santo, reza no a la imagen, sino a lo que representa. Una vez visité un templo pentecostal en Dallas y durante el servicio muchos estaban arrodillados con la Biblia en las manos y algunas de las Biblias tenían ilustraciones. Ni se me pasó por la cabeza que esa gente estuviera adorando a un libro o a los dibujos de un libro.

Segundo, ¿por qué se reza a los santos si San Pablo nos ha dicho que "Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres" (1Tim.2,5)? ¿No sería mejor rezar directamente a Dios?

Pero, bueno, si nos ponemos en ese plan, ¿por qué rezar siquiera directamente a Dios? ...total, El ya sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos...

Tenemos que rezar. Y tenemos que rezar unos por otros porque dependemos unos de otros como miembros del Cuerpo de Cristo que es su Iglesia (1Cor.12,27). San Pablo dice: "Hermanos, les pido que recen a Dios por mí" (Rom.15,30) y "Pidan constantemente por todos los creyentes" (Ef.6,18).

Si podemos pedir a otro pecador que interceda por nosotros con su oración, ¿por qué no se lo vamos a pedir a aquellos que ya han sido purificados de todo pecado y están en la presencia de Dios? ¡Hasta los evangélicos rezan unos por otros! Y yo les he visto imponerse las manos unos en otros para curarse...¿a poco no es una "mediación" eso? ¿Acaso Dios no puede curar sin sus manos? Como ves, el problema no es tan problema.

La Biblia nos da de entender que el honor y la veneración de los santos nos puede ayudar. San Juan nos dice que los ángeles y los santos presentan nuestras oraciones a Dios como un ofrecimiento agradable a El (Apoc.5,8 y 8,3).

La Biblia habla de como los profetas y los santos de Israel intercedieron por el pueblo (2Mac.15,11 y Jer.15,1). Eso no quita que Cristo sea el único Mediador. Nuestra mediación y la de los santos dependen de El.

Los católicos se interesan más por las apariciones y los milagros de sus santitos que de la palabra de Dios.

Despacito-. Los milagros, si se dan, son obra de Dios...sea quien sea el intercesor. Así, también, los evangélicos explican sus "curaciones milagrosas".

Nadie está obligado a creer en las apariciones de los santos o de la Virgen María. Que Dios puede imponerse a las leyes de la naturaleza y permitir algún signo extraordinario de su presencia entre nosotros está claro. Pero la Iglesia aconseja mucha prudencia frente a los rumores y a las revelaciones personales...ya la historia nos ha enseñado cómo corre la imaginación popular.

Si pido algo a un santo, ¿me contesta?

Más bien tenemos que pedir a través de los santos. Son auténticos hermanos en Cristo y su intercesión ante Dios nos puede alcanzar la gracia que buscamos de Aquel que contesta a todas nuestras oraciones.