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Los goles de Wesley Sneijder, recién converso al catolicismo

¿Ha sabido el lector que el futbolista holandés Wesley Sneijder recibió el Bautismo poco antes de viajar al Mundial Sudáfrica 2010? El es quien en el partido contra Uruguay anotó el segundo gol del encuentro, que llegaría a marcar 3-1. Autor también del gol que eliminó a Brasil del Mundial.
En su nota titulada “Gol espiritual de un astro del futbol holandés”, el periodista argentino de La Nación, Mariano de Vedia, sostiene que Sneijder llegó totalmente renovado a Sudáfrica. “A fines de mayo se convirtió al catolicismo y se bautizó en una capilla de Milán cercana a la ciudad deportiva del Inter, donde el brillante futbolista no se cansa de ganar títulos. Influyó en esa decisión su novia, la conductora holandesa de televisión Yolanthe Cabau” -también conversa a una vida cristiana-, “con quien ha tomado la decisión de casarse por la Iglesia después del Mundial”.

“También lo motivó a bautizarse su amistad con Javier Zanetti, compañero en el Inter, capitán y católico practicante, que celebró el bautismo de Wesley tanto como los campeonatos que este año ambos conquistaron en Italia y en Europa”. 

Wesley Sneijder, nacido en Utrecht, Holanda -26 años- , ha declarado que “fui a Misa una vez junto a mis compañeros y sentí una fuerza y una confianza que me conmovieron”, por lo que decidió seguir las clases de Catecismo para adultos con el capellán del Inter de Milán.

Ya en Sudáfrica, explicó que reza todos los días, y los domingos va a Misa y comulga con Yolanthe, quien le regaló un rosario que él siempre lleva consigo. “La fe me da fuerzas... Mis convicciones me mantienen firme y me llenan de determinación. Todos los días rezo el Padrenuestro con ella. Busco siempre una esquina [discreta] para rezar antes de comenzar los partidos”, agrega el futbolista Sneijder que marcó un tanto en la victoria 2-1 sobre Eslovaquia y también el gol del triunfo 1-0 sobre Japón. Tiene 5 goles anotados en este Mundial 2010. “Pareciera que cada pelota que toca termina adentro del arco”, escribe otro comentarista.

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Esta es la sorprendente información de hoy... ¿No le recuerda al lector la historia de los primeros cristianos? A ellos, con sus muchos defectos, como todos tenemos -¡recién conversos a la nueva fe!-, se les pedía estar prontos para dar razón de su esperanza: para dar con la propia vida diaria el testimonio de su fe, a todo el que lo pida (cfr. 1Pedro 3,15). ¡Y todos nos reclaman ese testimonio.

El lector espera “formación” en esta columna, para llegar a ser “hombre de criterio”. Mujeres y hombres que se guían por la fe cristiana y obran por criterios éticos bien fundados, aunque cueste actuar rectamente. Porque formación no es sólo información. Muchos están “al día” de las noticias, pero no conocen la sustancia de los hechos, ni el valor real de nuestras acciones ante Dios: la “tercera dimensión”, la profundidad, “el esplendor y la seguridad y el calor del sol de la fe”, leemos en “Camino” (nn. 279 y 575).

Recientemente Benedicto XVI hizo una visita pastoral fuera de Roma -a Sulmona, en el Abruzzo- en la que se reunió también con mucha gente joven. Tras el saludo del obispo Angelo Spina, conversó con numerosos chicos y chicas reunidos. Hablando de cómo valorizar un mundo tan diverso como el del siglo XXI, el Santo Padre subrayó que hay algunas cosas que son siempre perennes, como “la capacidad de escuchar a Dios en el silencio exterior y sobre todo interior”, y explicó que “es importante aprender a vivir momentos de silencio interior a lo largo de nuestras jornadas para poder escuchar la voz del Señor”.

“Estén seguros -les confió- que si aprendemos a escuchar esa voz y a seguirla con generosidad no tendremos miedo de nada porque sabremos y sentiremos que Dios está con nosotros”.

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“No se trata de multiplicar las palabras -explicó-, sino de estar en presencia de Dios, haciendo nuestras, en la mente y en el corazón, las frases del Padre Nuestro, o adorando la Eucaristía, (...) o meditando el Evangelio, (...) o participando en la Liturgia. Todo esto no aparta de la vida, al contrario contribuye a que seamos realmente nosotros mismos en todos los ambientes, fieles a la voz de Dios que habla a la conciencia, libres de los condicionamientos del momento”.

“La fe y la oración no resuelven los problemas -dijo sorprendiéndonos-, pero nos permiten afrontarlos con una luz y una fuerza nuevas, de forma digna del ser humano y también de manera más serena y eficaz (…)”.

“¡Queridos jóvenes! -exclamó Benedicto XVI en Sulmona-, ¡déjense conquistar totalmente por Cristo! Emprendan también ustedes con decisión el camino de la santidad; es decir, el estar en contacto y en conformidad con Dios, que está abierto a todos, porque también les hará ser más creativos a la hora de hallar soluciones a los problemas que encuentran y de hallarlas juntos”.