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¡Cuidado con la doctrina protestante del «rapto» o «arrebatamiento»!

 De invención más o menos reciente y creída por las sectas fundamentalistas, esta enseñanza, contraria a la Tradición y a las Escrituras, está siendo aceptada por católicos despistados

En algunos sitios de internet católicos ya se pueden encontrar textos y hasta videos que presentan la doctrina del «rapto de la Iglesia» como si se tratara de algo cierto, revelado por Dios. Pero ni la Iglesia primitiva, ni los santos, ni los Papas, ni los teólogos católicos de ninguna época han creído semejante enseñanza. Es más, ni siquiera a Lutero se le ocurrió algo así.

La doctrina del «rapto de la Iglesia» o «arrebatamiento» sostiene que un día Jesucristo vendrá secretamente para «arrebatar» repentina y físicamente a los cristianos auténticos para llevarlos con Él al Cielo, mientras que los malos del mundo se quedarán acá abajo, en la Tierra.

Dicha enseñanza pretende anclarse en lo escrito por san Pablo: «Os revelo un misterio: No moriremos todos... Al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados»  (1 Co 15, 51-52). Y también: «Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús... Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires» (I Tes 4, 14-17).

Son muchas las desavenencias entre las sectas arrebatistas; sin embargo, han alcanzado  un cierto consenso en esto: que el «arrebatamiento» ocurrirá  antes de la manifestación del Anticristo y de que tenga lugar la Gran Tribulación. Luego sería la última venida de Jesús con los escogidos para reinar en  la Tierra por mil años. Sólo después tendría lugar el juicio final, con la venida visible del Señor.

También existen los protestantes antiarrebatistas, quienes, para desprestigiar ante sus correligionarios la doctrina del «rapto», alegan  que se trata de una «herejía formalizada en el siglo XVIII por la Iglesia romanista católica», cuyo autor intelectual sería el jesuita chileno Manuel Lacunza, quien, haciéndose pasar por un rabino judío de nombre Iben Ezra, habría intentado depositar la «semilla de maldad de la doctrina del rapto» en el mundo protestante.

Lo que estos señores se cuidan de decir es que la Iglesia prohibió la publicación de la obra milenarista de Manuel Lacunza, titulada La venida del Mesias en gloria y majestad, y que sólo once años después de que el autor muriera fue publicada; pero, para despistar, se hizo bajo un pseudónimo judío, Juan Josafat Ben-Ezra. Sin embargo, el engaño fue descubierto, y en 1816 el libro fue denunciado ante tribunales españoles y ante la Sagrada Congregación del Índice, quedando incluido en el Index librorum prohibitorum precisamente por ser contrario a la doctrina de la Iglesia.

Tampoco dicen que, si bien Lacunza especula que los fieles que han recibido la Comunión con frecuencia serán, hacia el fin del mundo, recogidos por Jesucristo para tenerlos seguros por 45 días mientras el mundo es castigado, el jesuita chileno no fue el primero en proponer un «arrebatamiento», sino que fue un ministro protestante presbiteriano de nombre  Increase Mather, quien  escribió sobre cristianos arrebatados por los aires antes de que el mundo fuera consumido por el fuego del juicio divino.

Pero, ¿por qué un verdadero cristiano —es decir, un católico— no puede aceptar la doctrina del «rapto»?

Porque dicho «arrebato» implica, como ya se dijo, la venida de Cristo: «Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré Conmigo, para que donde esté Yo estéis también vosotros» (Jn 14, 3). La Iglesia enseña que Jesucristo vendrá al fin del tiempo, tal como ya lo dijo san Pablo: «al toque de la trompeta final» (I Co 15 52). Pero, según el esquema del «rapto», además de la Primera Venida, que fue en la Encarnación, faltan aún dos venidas de Cristo: una para llevarse a los suyos en el «rapto» (Seguna Venida) y otra venida al final del tiempo (Tercera Venida). Pero Cristo sólo reveló que habría una Segunda Venida, en el fin del mundo. De ahí que los arrebatistas hubieron de inventar una venida intermedia e «invisible» de Cristo, de la cual la Revelación no habla.

A final de cuentas, como observa el sacerdote Jordi Rivero — fundador de Corazones.org y cofundador de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María— , la doctrina del «rapto» es una falsa evasión del sufrimiento. Los protestantes olvidan que el sufrimiento tiene un profundo significado bíblico, pero el hecho de que Cristo sufrió y que la Iglesia es su Cuerpo Místico implica que ésta también habrá de vivir sufrimiento y persecución.

Otra cosa más observa sabiamente este presbítero: que si ocurriera un supuesto «rapto» de los buenos antes de la Gran Tribulación, el  Anticristo no tendría a quién perseguir.