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¿Cómo se sostiene económicamente el Vaticano?

¿Cómo se sostiene económicamente el Vaticano?

Habla monseñor Sebastiani, prefecto para Asuntos Económicos de la Santa Sede.

CIUDAD DEL VATICANO, 23 julio 98.

"Para la Iglesia las libres donaciones se han revelado más rentables que las tasas. Quizá la razón es psicológica. Pero si la Santa Sede ha saneado, poco a poco, sus propias cuentas ha sido gracias a una verdadera competencia de solidaridad entre los fieles, conferencias episcopales y órdenes religiosas, que comenzó en 1992 con la reforma del código canónico. Aquí en el Vaticano hemos aplicado el axioma común a cualquier empresa bien gestionada: contener el gasto y aumentar las entradas. Es todo. Incluso aunque, este año, hemos aumentado las ayudas familiares a nuestros empleados en un 40%, embarcándonos en un notable gravamen. Pero quien fantasea con inmensas riquezas, tesoros escondidos, se equivoca de plano. Vamos tirando, y con parsimonia. Cuidamos mucho la manutención de nuestros inmuebles, porque es mejor gastar antes que cuando el inmueble ya se cae de viejo. Vamos tirando, invirtiendo con gran prudencia, buscando salvaguardar la herencia patrimonial recibida del Estado italiano con la firma de los Pactos Lateranenses".
El arzobispo italiano Sergio Sebastiani, de 67 años, 38 de los cuales vividos en las nunciaturas apostólicas de medio mundo, sonríe persuasivo como sólo los diplomáticos de largo recorrido lo saben hacer. Sebastiani es, desde hace pocos meses, presidente de la Prefectura para Asuntos Económicos. En declaraciones concedidas al "Corriere della Sera", el diario italiano de mayor tirada, ha explicado en qué consiste la labor del organismo vaticano que dirige. "Equivale al Ministerio de Economía y Hacienda y, al mismo tiempo, al Tribunal de Cuentas del Estado --explica-- pero haciendo ciertas comparaciones no se puede uno olvidar que la Iglesia tiene una misión espiritual, no material. Aquí los recursos económicos son solamente el medio, no el fin".
En su sobrio despacho, anejo a la columnata de San Pedro, monseñor Sebastiani cuenta como, en los años 67-68, como joven secretario del cardenal Giovanni Benelli, colaboró justamente en el nacimiento de la Prefectura que hoy preside. Después, tras el trabajo en la Curia, para Sebastiani se abrió el camino de la diplomacia vaticana. "Aquí estamos todos marcados por la experiencia diplomática vivida en el extranjero. Es nuestro indumento mental . Pero ¿quién hubiera dicho que un día volvería aquí? He reencontrado este organismo postconciliar, bien estructurado, reforzado, respetado".
--Monseñor Sebastiani, ¿como se han saneado las finanzas de la Santa Sede?
--Hasta el 92, teníamos un fuerte déficit. Ese año marcamos un superavit récord de 19.000 millones de liras: una situación quizá irrepetible, debida al cambio favorable de divisas. Es decir, al refuerzo del dólar --la divisa en la que recibimos muchas ofrendas-- respecto a la lira, la divisa que usamos en nuestras cuentas.
--¿La diferencia se debe a las donaciones?
--Hoy recibimos en total más de 100.000 millones de liras al año en donaciones libres, de las que 34.000 millones vienen de los obispos. Estos últimos, según el canon 1.271 del Código de Derecho Canónico, tienen la obligación moral de contribuir a las necesidades materiales de la Iglesia.
En el fondo, si se piensa, la Santa Sede está al servicio de las comunidades eclesiales locales, así como el Estado está al servicio de los ciudadanos. Las diócesis individuales, por lo tanto, tienen sus propios asuntos económicos pero aportan una contribución voluntaria a Roma porque, en cambio, reciben un servicio. Piense sólo en nuestra actividad diplomática o en las misiones. Siguiendo el mismo principio, a su vez las diócesis reciben contribuciones de los fieles".
--¿Cuáles son las conferencias episcopales más generosas con Roma?
--En el primer puesto está, desde hace algunos años la Conferencia Episcopal Alemana, seguida de la americana e italiana. Después están las aportaciones privadas: en Estados Unidos, han creado asociaciones que recogen fondos para la Santa Sede, como los Caballeros de Colón o la Fundación Papal. ¿Y sabe quién da más? Los pobres, no los ricos. La Iglesia se sostiene todavía gracias el óbolo de la viuda. Además de los fieles individuales y de los obispos, llega incluso la pequeña contribución de las congregaciones religiosas, poco más de 2.500 millones al año"
--¿Y el óbolo de San Pedro?
--No entra en nuestro capital consolidado, sino que se aparta directamente para que el Santo Padre haga con ese dinero lo que crea más conveniente. No sabemos el destino exacto de esta suma, que de todas maneras viene usada para obras de caridad, las misiones y la asistencia a las Iglesias pobres".
--Por qué la Iglesia no tiene una estructura financiera centralizada, como sucede a nivel doctrinal?
--Al contrario de lo que sucede en el campo doctrinal, donde el Papa tiene el mandato de conservar a través de los siglos el depósito de la fe, en la gestión de los propios recursos, la Iglesia es una realidad descentralizada. Es decir, deja autonomía a cada administración vaticana, aunque bajo el control y la vigilancia de la Prefectura para Asuntos Económicos.